viernes, 7 de septiembre de 2012

Lions Raceway, el templo del mango


Cuando en la pista del Lion Raceway se celebraban carreras se enteraba gran parte de Long Beach. El inconfundible olor a goma quemada y nitrometano se extendía en muchas millas a la redonda y una columna de humo blanco se elevaba continuamente de este punto, permitiendo a todos ubicar sin  mayor problema este templo de la velocidad. En el compitieron desde 1955 hasta 1972 las monturas más rápidas del planeta en busca de batir records en un cuarto de milla. Aunque las atracciones fuertes recaían en los dragster de cuatro ruedas, las motos también tuvieron su sitio y aquí es donde evolucionaron los engendros más rápidos de la década de los 60. 

Cualquiera con ganas de retorcer el mango y liberar adrenalina al mismo ritmo que la gasolina entraba por los carburadores tenía en el Lion Raceway su oportunidad. Muestra de ello son las fotos de Erik Rickman que ilustran esta entrada. Desde una Harley Aermacchi de calle hasta una Cotton de gran premio, pasando por una BMW Toaster o los artefactos artesanales más alucinantes. La presión demográfica acabó a principios de los setenta con este mítico enclave de la velocidad, los nuevos vecinos no querían ni saber de las ruidosas sesiones y acabaron por derribar el recinto. 












Una de las motos que hizo historia en el Lions Raceway fue la Vincent Barn Job del neoyorquino Clem Johnson. El primer prototipo que bajó de la barrera de los diez segundos en el cuarto de milla.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...